15 de junio de 2020

EL MISTERIO DE LA ÚLTIMA PIEZA - CAPÍTULO XXV


CAPÍTULO XXV

¡QUÉ CERCA!

Como siempre, nos estáis ayudando mucho y enseñando infinidad de cosas.

La guarnicionería es el arte de trabajar el cuero, pues en Ubrique lo hacen muy, pero que muy bien. Y este pueblo también tiene sus leyendas, una de ellas “La leyenda de las tres cruces”, esperemos que la última no se caiga nunca.

Qué ricos están los cubiletes con su cabello de ángel y todo lo demás, ¡Menos mal que no nos los comieron los monos!

Ya nos parecía que un espantamoscas tenía que servir precisamente para espantar moscas, lo que no sabíamos era que era para los caballos y que lo llevan puesto en su cabeza para que no les molesten esos insectos.

Lo que vimos no era un hada, que pena, tampoco un colibrí, era un martín pescador, cuando vayamos al río tenemos que fijarnos a ver si somos capaces de ver alguno, porque son preciosos.

¡El Peñón de Gibraltar es de Gran Bretaña!, claro, por eso tuvimos que cruzar una frontera y hablaban en inglés.


Y gracias a vosotros sabemos que las marismas del Guadalquivir están en el Parque Nacional de Doñana, pues allá vamos.


Sospechábamos que estábamos muy cerca de los extraños, teníamos que localizar al sapo Mariano, así que íbamos a ir sin parar hasta el  Parque Nacional de Doñana,

Decidimos ir por la costa fijándonos en las furgonetas que estaban aparcadas, por si  la rana Lola y los extraños decidían parar en alguna playa antes de llegar a Doñana.

Llevábamos un buen rato cuando apareció ante nosotros un letrero que decía “La Tacita de Plata”, ¿Qué sería esa tacita?, decidimos entrar en la ciudad que había allí mismo para echar un vistazo rápido a esa tacita, debía de ser muy curiosa cuando la anunciaban con aquel cartel tan grande. Recorrimos varias calles y descubrimos que aquel lugar estaba lleno de rincones preciosos, pasamos por delante de una catedral y un teatro, pero ni rastro de la taza.

Al dar la vuelta a usa esquina encontramos una plaza una chirigota que estaba ensayando y estaban montando tal algarabía que Snail salió disparado de su concha:

- ¿Qué ocurre? ¿Estamos en otra fiesta de surferos?

- No Sr. Snail, es que está ensayando aquí una chirigota.

- ¿Una chirigota? 

(¿Vosotros a que sí sabéis lo que es una chirigota?)

- Si, pero ya nos vamos

Volvió a meterse en su concha y salimos disparados de aquella ciudad, eso sí, sin haber encontrado la tacita.

(¿Alguno de vosotros ha visto la tacita o era otra cosa lo que anunciaba el letrero?)


No podíamos detenernos hasta localizar el río Guadalquivir, una vez allí buscaríamos las marismas, aunque no sabíamos lo que es una marisma.

 (¿Vosotros lo sabéis?)

Después de una hora sin parar, vimos el cartel que anunciaba que habíamos llegado al río Guadalquivir, continuamos un rato hasta que vimos una especie de laberinto.

  No sabíamos si eso eran las marismas, pero localizar al sapo Mariano sería lo mismo que buscar una aguja en un pajar, buffff, quizás si nos acercábamos hasta ellas encontrásemos algún sapo al que preguntar y así lo hicimos, pero lo que encontramos no fue precisamente un sapo…

- ¡Snail, mire lo que hay ahí! – gritamos a la vez –

Holmes asomó su cabeza y dijo:

- ¡Un crocodylus niloticus!, ¡Cómo es posible!

(¿Un qué? ¿Tenéis idea de lo es un crocodylus niloticus?)

Snail se acercó a él sin esperarnos y rápidamente entabló conversación:

- Buenos días, es sorprendente ver un ejemplar de su especie.

- Si, la verdad,  estoy totalmente fuera de mi hábitat.

- ¿Y por qué está aquí?

- Es una larga historia, pero se la contaré. Yo vivía en el río Nilo con mi familia, un día llegaron por allí unos hombres, con una red que llevaba me cogieron, me metieron en una caja y me llevaron a un camión, unos días después me llevaron a una casa, donde vivía una familia, y me metieron en una especie de urna de cristal.

- ¿Para qué? – preguntamos-

- Pues no lo sé, la familia me cuidaba, me daban de comer y limpiaban mi “casa”, pero, a parte de eso, lo único que hacían era asomarse de vez en cuando al cristal para verme, alguna vez cuando estaba tranquilamente durmiendo la siesta daban golpecitos en el cristal hasta que me despertaban, después se iban.

- ¿Golpecitos en el cristal?

- Si, debía ser para despertarme, pero no sabes ustedes lo molestos que son esos golpecitos, dentro de la urna resuenan como truenos.

-¿Y cómo es que ya no está con esa familia?

- Según fue pasando el tiempo fui creciendo y la “casa” me quedaba pequeña, así que un día me sacaron y llevaron hasta un río cercano, me soltaron en él, se fueron y no los he vuelto a ver.

- ¿Qué raro?

- Espere varios días, como no volvieron decidí ir nadando río abajo para ver si puedo volver al Nilo con mi familia.

- Es un trayecto muy largo.

- Lo sé, pero soy muy fuerte y nadaré hasta llegar, aunque estoy un poco perdido en este laberinto de marisma, ya he dado mil vueltas, no tengo claro hacía dónde seguir.

Snail se quedó unos segundos pensativo, al cabo de  un rato dijo:

- Le voy a dar unas indicaciones para que pueda seguir su camino, pero antes quiero preguntarle algo.

- Dígame

- En su recorrido por estas marismas no se habrá encontrado con un sapo llamado Mariano.

- Si, vive cerca de aquí, en aquel islote que ven allí.

- Muchas gracias, no sabe lo que nos ha ayudado, ahora le ayudaremos nosotros.

Con la voz nasal que ya habíamos escuchado varias veces en nuestro viaje Snail dijo:

- Para llegar a su destino, debe seguir río abajo hasta llegar al mar, sabrá que ha llegado porque el agua será salada, nade en línea recta hasta llegar al continente africano, después vaya hacia la izquierda siguiendo la costa, tardará unos cuantos días, porqué el recorrido es largo, hasta que encuentre la desembocadura de un gran río, sabrá que es un río porque el agua será dulce, habrá llegado al Nilo, después solo tendrá que subir nadando por él hasta encontrar a su familia.

- Muchísimas gracias, han sido muy amables, además les agradezco mucho que se hayan parado a hablar conmigo, no sé por qué todas las personas con las que me he encontrado en este viaje han salido corriendo al verme.

(¿Por qué saldría corriendo la gente al verlo?)

Sin decir nada más se zambullo y desapareció río abajo.

Nosotros nos fuimos al islote que nos había indicado y allí tomando el sol tranquilamente estaba un sapo.

- Hola señor, ¿es usted el sapo Mariano?

- Si, ¿Quiénes son ustedes?

- Verá estamos buscando a la rana Lola y nos han dicho que iba a venir a verlo para traerle una invitación para la boda de la rana Ramona.

- Efectivamente, ha estado aquí hace un rato, pero ya se ha ido.

- ¡Otra vez llegábamos tarde! - exclamamos -

- ¿Podría decirnos hacía dónde ha ido?

- Si, hacía Huelva, en busca de playas para surfear, pero antes iba a acercar a su casa a unos amigos que viajaban con ella y que por lo visto son de  un pueblo cercano.
Gracias, muchas gracias.

Salimos como un cohete, no podían estar muy lejos, esta vez no se nos iban a escapar. No perdíamos detalle de la carretera y los lugares que íbamos cruzando cuando de repente vimos…
 
¡La furgoneta de la rana Lola circulando delante de nosotros!

Aceleramos cuanto pudimos, cuando llegamos a ella empezamos a tocar la bocina y a mover los brazos hasta que nos vio y se paró.

Allí estaba la rana Lola, posándose de su furgo y acercándose a nosotros.

- ¿Les ocurre algo? –dijo-

- Hola rana Lola, estamos buscando a unos extraños que nos han dicho que viajan con usted 

- ¿Están en la furgo’

- No

- ¡¡¡NO!!!

- No, acabo de posarlos.

- ¿Dónde?

- Pues allí mismo, en el último cruce que acabamos de pasar, era la entrada de la carretera a su pueblo, que es a donde iban.

Casi dejamos a la rana Lola con la palabra en la boca, giramos en redondo, y salimos como rayos.

Volvimos sobre nuestros pasos hasta llegar al cruce y nos metimos rápidamente por la carretera que nos había dicho.

Y a lo lejos vimos unas figuras que iban caminando tranquilamente.

¿Serán los extraños?


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