CAPÍTULO XXV
QUE
“MAJOS” LOS MONOS.
Estamos
aprendiendo un montón de cosas en esta aventura, y la mayoría gracias a
vosotros.
Tenemos
que reconocer que la seda nos gusta, pero los gusanos que la fabrican nos dan
un poco de…. Y cuando algún profe los trae al cole para que los veáis crecer,
no nos acercamos ni a la caja, jijiji.
Puerto
Banús, es el nombre del puerto que vimos en Málaga, pues si algún día tenemos
un barco iremos a él, pero de momento estamos encantados con el sidecar.
100 m. de
altura tiene el “puentecito” de Ronda, ¡cómo no iba a parecernos alto!
Y la Mina
de agua tiene 365 escalones, tantos como días tiene un año, que fue lo que
tardaron en construir la escalera, según la leyenda, con razón nos casamos
tanto bajando y subiendo.
Llegamos a
Grazalema en un visto y no visto y a la
entrada del pueblo nos estaba esperando Snail, que estaba encantado con la
lluvia que estaba cayendo, si no es porque vosotros nos lo habéis dicho, nunca
hubiésemos pensado que este era uno de los pueblos donde más llueve de toda
España, sin duda por eso esta todo tan verde, como en Asturias.
Como os
imaginaréis, en cuanto Snail se subió al sidecar nos tuvimos que poner en
marcha directamente hacia Ubrique, sin parar siquiera un minutito en Grazalema,
aunque nos habría encantado porque parecía precioso, además nos estaba llegando
un olor delicioso de una pastelería que se veía a unos metros, pero claro,
cualquiera le decía a Holmes algo de parar.
Emprendimos
la marcha, pero esta vez Snail no se metió inmediatamente en su concha, supusimos
que sería porque estaba fresquito gracias a la lluvia, pero cuando apenas nos
habíamos alejado unos metros nos dijo:
- Me imagino
que os habréis quedado con las ganas de probar eso que olía tan bien en
Grazalema.
¡Cómo lo
sabría!
¿Acaso era
capaz de averiguar nuestro pensamiento?
- La verdad
es si que olía bien, pero sabemos que no podemos dar ventaja a los extraños o
nunca encontraremos la pieza.
- Efectivamente
En ese
momento sacó de su concha una bolsa con dulces en forma de cubilete y nos los mostró.
- No podía
dejaros sin probar este delicioso dulce típico de Grazalema, cuando lleguemos y
lo podáis probar ya veréis que exquisitez.
- Muchas
gracias Sr. Holmes, estaremos encantados de probarlos, ahora nos daremos prisa
en llegar a Ubrique para buscar a los extraños (Y para
probar los cubiletes, que tenían una pinta estupenda, ¿De qué estarán hechos?,
¡qué ganas de hincarles el diente!)
Nunca
habíamos ido tan rápido, llegamos a Ubrique en un visto y no visto, aparcamos
dispuestos a degustar los cubiletes, pero Snail dijo:
- Lo primero
es lo primero, hay que localizar a los extraños, vamos a preguntar en las
tiendas de artesanía de cuero si los han visto.
“Nuestro
gozo en un pozo”, antes de disfrutar los
dulces había que trabajar, así que nos pusimos a ello.
Encontramos
dos guarnicionerías (¿Sabéis lo que es una
guarnicionería?).
Entramos en la primera de ellas.
- Buenos
días
- Buenos
días señores, ¿en qué
puedo ayudarles?
- Verá,
estamos buscando a unos extraños que se dirigían aquí para comprar un
espantamoscas, ¿Los habrá visto?
- Aquí nos
dedicamos a hacer bolsos, carteras, cinturones,… no tenemos espantamoscas, eso
pueden encontrarlo en la otra guarnicionería, en ella es dónde trabajan más
elementos para caballos.
- Muchas
gracias, iremos a ella.
¿Elementos
para caballos? ¿Qué tendrá que ver un caballo con un espantamoscas?. Nosotros
creíamos que un espantamoscas era un aparato para alejar a las moscas y que no
revoloteasen encima constantemente.
Entramos
en la otra y preguntamos:
- Buenos
días, ¿Tienen espantamoscas?
- Por
supuesto, muy bonitos por cierto.
- Nos enseñó
una vitrina en la que los tenía expuestos.
¿Esto
es un espantamoscas? ¿Vosotros lo sabíais? ¿Para que servirá?
- Verá,
estamos buscando a unos extraños que han venido a comprar un espantamoscas, no
sabemos si ya habrán estado aquí o nos habremos adelantado, sólo sabemos que
venía con prisa porque después querían ir a Gibraltar.
- Pues esta
mañana solo he vendido un espantamoscas, unos visitantes lo compraron
rápidamente y se fueron directamente a la carretera dirección sur, sin parar a
visitar el pueblo, ni tan siquiera echaron un vistazo a la cruz – el señor se quedó pensativo, como
reflexionando y comentó – aunque realmente no se para que querían un espantamoscas para
riendas de caballo, si no tenían caballo.
Aprovechamos
el momento y nos fuimos, nosotros tampoco podíamos pararnos a visitar Ubrique,
aunque quizás mientras comíamos un cubilete podríamos mirar “La Cruz”.
Snail
dijo:
- Rápido al
sidecar
- ¿Y el
cubilete?
- Cuando
lleguemos a Gibraltar
¡Hasta
Gibraltar sin probarlos!, grrrr
- ¿Y no
podemos echar un vistazo a ver la cruz? puede que sea muy interesante.
- No hay
tiempo que perder, si queréis saber algo sobre la cruz investigar o que os lo
cuenten vuestros amigos.
Pues ni
cubilete, ni cruz, ni nada, a seguir ruta, puede que ya estuviésemos cerquísima
de nuestra pieza de puzle, aunque lo que se dice cerca, cerca, lo que más cerca
teníamos eran los cubiletes, ¡que rabia!.
En
cuanto a lo de la cruz, puede que haya alguna leyenda sobre cruces en Ubrique,
si la descubrís y os apetece, podéis
contárnosla.
Por
supuesto, no teníamos pensado parar hasta llegar a Gibraltar (a los cubiletes),
íbamos en dirección sur, el calor era sofocante y el trayecto que nos esperaba
largo, pero no debíamos desfallecer.
Íbamos tan
concentrados que cuando nos dimos cuenta estábamos dentro del Parque Natural de
los Alcornocales, qué cantidad de árboles y de riachuelos; olía a laurel, había
acebos, durillos, se escuchaban muchos pájaros.
Decidimos
parar unos segundos junto a uno de los riachuelos para disfrutar de todo
aquello y refrescarnos un poco.
Menudo
lugar, seguro que aquí vivía algún hada y…
¡Qué es eso!
De repente, ante nosotros, cruzó volando un ser muy pequeño, iba rapidísimo y tenía unos colores
divinos, era azul-turquesa con destellos verdes metálicos.
Volvió a
aparecer, se zambullo en el agua, salió y desapareció, todo en ello en unos
segundos, no nos dio ni tiempo para verlo bien.
¿Sería un
hada?
Nos
quedamos un rato más allí por si volvía a aparecer, pero no lo volvimos a ver y
no tuvimos más remedio que ponernos otra vez en marcha. Qué pena, nos habría
encantado ver un hada.
¿Vosotros
que pensáis que era? ¿Sería un hada?
Algún día
volveremos a este Parque Natural con más tiempo y esperaremos lo que haga falta
para volver a ver a ese ser, pero de momento teníamos que ir en busca de los monos.
Por fin
estábamos ante una enorme piedra, bueno, mejor dicho ante un Peñón, para ser
más exactos, el Peñón de Gibraltar. Nos encontramos con una frontera que
tuvimos cruzar.
(¿Por qué habrá una frontera para pasar
al Peñón?
¿Será que está en otro país?)
No
tardamos mucho en ver a los monos, pero lo peor es que ellos tampoco tardaron
mucho en vernos a nosotros, en cuanto Snail sacó la bolsa de los cubiletes,
empezaron a aparecer monos por todas partes, nos dio la impresión de que
querían apuntarse a nuestro festín de dulces, pero después de tanto viaje a la
espera de zampárnoslos no estábamos dispuestos a compartirlos.
Casi se
organiza allí una batalla, los monos tirando de un lado de nuestra bolsa y
nosotros del otro, la gente que pasaba se reía y hacía comentarios en otro
idioma (¿Pero es que aquí no hablan español?) y
Snail parecía estar disfrutando de la escena. Menos mal que apareció un grupo
de excursionistas que venían con sus bolsas del bocadillo y los monos en cuanto
los vieron nos dejaron tranquilos y se fueron a por ellos.
En el
suelo pudimos ver restos de bolsas rotas, seguro que no habíamos sido los
primeros a los que habían intentado quitar sus bolsas, ni seguramente seríamos
los últimos.
¡Qué
“majos” los monos de Gibraltar!
Snail se
había quedado mirando una de esas bolsas, se dirigió a nosotros:
- Mirad,
aquí hay restos una bolsa de la guarnicionería de Ubrique donde los extraños
compraron el espantamoscas, puede que hayan estado aquí y los monos también los
“atacasen”, así que seguro que ya se habrán ido.
No dudamos
ni un minuto en irnos de allí y en cuanto cruzamos la frontera y estuvimos “a salvo”, nos comimos un cubilete y nos fuimos a buscar
playas de surferos por Cádiz, que ya sabemos que lleva manteca, harina, azúcar,
canela, cabello de ángel…
Decidimos
ir por la costa, íbamos fijándonos en los aparcamientos de las playas por si
veíamos la furgoneta de la Rana Lola. Después de pasar por varias playas
circulábamos por una carretera en la que había furgonetas de surfistas
aparcadas por todos lados, decidimos parar y preguntar a ver si alguien había
visto a Lola, era la playa Zahara de los Atunes.
Había un
“chiringuito” en el que parecía que se estaba celebrando una fiesta, había un
montón de gente tomándose refrescos y bailando al son de la música que sonaba,
nos acercamos y entablamos conversación
con el camarero.
- Hola,
cuánta gente hay aquí disfrutando de esta fiesta.
- Aquí es
fiesta todos los días – nos contestó muy sonriente -
- Vemos que
también hay mucha gente haciendo surf
- Si, esta
playa tiene muy buenas olas, por eso viene mucha gente a surfear
- Vendrán
muchos a su chiringuito
- Sí, muchos
- ¿Y los
conoce a todos?
- Claro
- Entonces, igual
conoce a la Rana Lola
- ¡Por
supuesto!, es muy divertida y una gran surfista
- ¿Sabrá
dónde podríamos encontrarla?
- Se ha ido
- ¡Se ha
ido!
- Si se fue
con unos extraños que han venido a visitarla para traerle un recado de parte de
una prima suya.
- ¿Un
recado?
- Si, por lo
visto su prima la rana Ramona se va a casar y le mandó por ellos la invitación
para la boda.
- ¿Sabrá a
dónde ha ido?
- A ver a su
primo el sapo Mariano, porque además de la invitación para ella también traían
otra para él, así que decidió acompañarlos a llevársela, subieron en su “furgo”
y se largaron.
- ¿El sapo
Mariano vive cerca de aquí?
- En las
marismas del Guadalquivir en el Parque – dicho esto se fue a seguir atendiendo
a los surfistas –
Snail se
giró hacia nosotros y nos dijo:
- Pues ya lo
habéis oído, tenemos que ir a las marismas.
De nuevo
nos subimos al sidecar y arrancamos siguiendo la costa en busca de las marismas
del Guadalquivir del Parque…
Pero... ¡qué
parque!
Estamos a
punto de encontrar a los extraños y resolver el enigma, pero volvemos a
necesitar vuestra ayuda.
¿Sabéis
el nombre del parque en el que están las marismas del Guadalquivir?